Cultura

De ser olvidado estoy cansado.

Odio esos recuerdos que hacen esbozar una sonrisa en mi rostro; no deseo extrañar, no deseo tener añoranzas en aquello que ya...

Escrito por Daniel Gonzalez · 1 min read >

Odio esos recuerdos que hacen esbozar una sonrisa en mi rostro; no deseo extrañar, no deseo tener añoranzas en aquello que ya pasó y nunca más volverá a ser; quiero ser olvido, porque de ser olvidado ya estoy cansado.

 

Camino con la cabeza gacha y miro el recorrido de mis pies, me pregunto por qué intento no pisar las líneas que dividen la acera, como si de un juego infantil se tratase, pero no logro recordarlo. Creo que ya empecé a ser olvido, porque de ser olvidado estoy cansado.

 

El regodeo de los niños jugando, con mejillas enrojecidas, de un lado a otro detrás de un balón que no conoce de límites que marcan las reglas de un deporte; sin lineamientos, sin un patrón a seguir; traen a memoria alegrías pasadas, la sensación de una libertad compartida que ya no logro recordar… Quizá debido a que quiero ser olvido, es que de ser olvidado ya estoy cansado.

 

Sentándose mi cuerpo en las bancas de cada parque que encuentro, pero con el alma de pie, mirando mis espaldas, pues el descanso es un lujo que no me puedo permitir. Mientras rehuyo al reposo, levanto mi cabeza y sin darme cuenta dibujo la vida que tanto he buscado, entre las nubes que no dejan de moverse y un sol en quietud que parece querer enseñarme algo; pero no quiero entender nada que luego deba recordar, ya saben, quiero ser olvido, porque de ser olvidado ya estoy cansado.

 

¡¿Qué?! Exclamé dentro de mí. Mientras medito y pienso sin querer, sin tener ganas, cómo quien no tiene nada que más que perder. Me pregunto en qué momento dejé de moverme, incluso cuando mis pies caminaban evitando pisar las líneas que dividen la acera; cuándo fue que dejé de mirar hacia la luz de un sol que me bañaba y cubrí mis pasos con la obscuridad de mi propia sombra y esos niños disfrutando de una alegría compartida me habían hecho entender que las cadenas que unen los corazones también son una expresión de libertad. Pero, entonces…

 

¿Por qué quiero ser olvido? Si al parecer hace mucho tiempo atrás… Me he olvidado de mí mismo ya.

La canción de la vida

Daniel Gonzalez en Cultura
  ·   19 sec read

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