Desde el segundo piso
me asomo por la ventana,
levanto mis ojos
y finjo no ver a las nubes borrachas
bailando alocadas;
luego miro hacia abajo ocultando mi sorpresa,
y veo cómo se ufana el pino con su copa cónica,
erguida y arrogante;
A mi lado derecho me observa el sol,
cálido, enseñoreándose sobre el este,
esperando que natura le añada las horas
para acaparar mi vida,
entonces giro a la izquierda
y se empañan mis ojos
con la polvorienta carretera
que va impulsando los vagones
de los holgazanes pasajeros
que llevan sus ojos vendados con las cargas del tiempo,
libando con placer el ocio;
No hallo otra cosa,
no encuentro el sabor de un instante,
no hay colores en mis ratos,
no queda más que cerrar los ojos
y abandonarme en la modorra,
abrazar el sopor,
y esperar que alguien musite en mis oídos,
que la tormenta ya pasó.
desde el segundo piso
me asomo por la ventana… Destello