Crear, modificar, diversificar, serían los conceptos más cercanos al término innovación, pero ¿qué es la innovación?, ¿qué es innovar? La historia nos ha dado a conocer que el fuego, la agricultura y la rueda fueron los tres grandes descubrimientos del ser humano, y que su evolución y desarrollo en términos sociales y culturales, están marcados por dichos descubrimientos, ahora innovamos entonces desde nuestros primeros días sobre la tierra? Claramente sí.
El concepto de innovación ha estado muy ligado al mundo de la producción y comercialización, es allí donde tiene sus orígenes, en el mundo de la economía. Innovar, dar un valor agregado a un producto, eso es en forma simple innovar.
El interrogante principal es: si la palabra innovación pertenece a léxico de la economía y los negocios, e implica un cambio u modificación de algo ya existente, ¿cómo se relaciona esto con la práctica pedagógica? Los procesos de enseñanza y aprendizaje son el sustrato del quehacer pedagógico, es decir, son un pilar fundamental en toda práctica pedagógica. Las estructuras educativas tradicionales son muy resistentes a los aires innovadores, toda vez que un proceso de innovación implica cambios y transformaciones de todo tipo, desde mentales hasta materiales. La innovación en el campo de la educación, está dirigida a la creación de escenarios pedagógicos donde los diferentes actores que intervienen – docentes, directivos, educandos y demás – juegan un papel importante, toda vez que son los dinamizadores del proceso, por eso el compromiso, la revisión y evaluación de los métodos de enseñanza que utilizamos diariamente, deben ser analizados de forma continua. Las transformaciones en educación suelen ser procesos muy complejos y multidimensionales, ya que, incluyen no solo cambios de modelos pedagógicos, contenidos, sino también cambios en las estructuras mentales de los diferentes actores, nuestras formas de concebir la educación, la forma como ejercemos nuestra labor docente y sobre todo la manera en la cual entendemos la pedagogía.
¿Pero es posible innovar en educación? La respuesta es sí. Se puede innovar en la medida que nuestra práctica docente no sea rígida y estática, y seamos capaces de reconocer que la formación constante es necesaria para la incorporación de estrategias educativas que permitan procesos dinámicos e innovadores en nuestros planteles educativos. El mundo exige niveles óptimos de competitividad y productividad, no hay forma más eficaz que llegar a estos niveles, sino a través de la innovación constante, ahora si la escuela desea ser un espacio de formación idóneo no debe ser ajena a los nuevos procesos sociales, económicos y culturales de los que somos actores fundamentales directa e indirectamente en la actualidad. La escuela debe convertirse en vanguardia de los procesos de innovación, pensándose como el eje central de la formación humana e intelectual de los educandos, con la puesta en práctica de herramientas pedagógicas que permitan transformaciones y cambios en los diferentes actores que somos participes de esta labor tan compleja y enriquecedora a la vez, sería una pena tener una escuela estancada por el temor a los cambios, y seguir insistiendo en los métodos tradicionales de enseñanza y aprendizaje de antaño, la aplicación de las nuevas tecnologías de la información, nos abre un mundo de posibilidades pedagógicas para la implementación de estrategias de carácter innovador dentro de la escuela. La innovación y la educación pueden ser dos conceptos complementarios de necesidad vital en un contexto de globalización permanente y de pandemia desbordada. La actual situación debe ser tomada como un escenario y una gran posibilidad de transformación educativa y pedagógica. En definitiva innovar se ha convertido en una necesidad imperiosa para los docentes.
Aceptación personal