La esperanza se escurre por los poros de la valiente guerrera
que se apeó del caballo para reposar en el desierto que le dejó el golpe seco de la negación.
Se cuela por las hendijas de su fortaleza, y va destetándola.
Yace llana, delgada, plana, succionada por el desconsuelo;
Pero la esperanza nunca muere,
flaquea, zigzaguea, pero tiene asidero,
una empuñadura resistente y estable llamada FE.
La recoge con sus hercúleos brazos y la lleva hacia el este,
donde el sol poniente la espolea, la conforta.
Entonces su fatigada marcha cesa,
y llega un nuevo soplo que sabe a ilusión;
Allí mismo retorna como el bálsamo,
al cuerpo de la amazona,
esperando que la respuesta afirmativa asienta
para abastecerse nuevamente
y seguir cabalgando hasta el siguiente destino.
Destello.