La minga arribó a Bogotá el 18 de octubre, después de haber hecho un recorrido por Cauca, Cali, Armenia, Ibagué, Fusagasugá y Soacha. Estuvo en la capital del país hasta el pasado 21 de octubre, y durante ese tiempo nos dejó buenas lecciones.
Primero: no todo lo que se publica en redes sociales es cierto. Muchas noticias falsas sembraron miedo y crearon una mala reputación de la minga. Se adelantaron a lanzar acusaciones contra sus integrantes, pero no solo fueron cizañeros disfrazados en perfiles falsos los que promovieron sartas de mentiras, también el Gobierno se equivocó al afirmar a través de Diego Molano, director del Departamento Administrativo de la Presidencia, que la minga estaba infiltrada por disidentes de las FARC, expertos en el manejo y fabricación de elementos y artefactos explosivos, con la única finalidad de cometer actos terroristas. Nada de eso pasó.
Segundo: la minga demostró que se pueden hacer protestas pacíficas sin la presencia intimidante y agresiva del ESMAD. Demostró que sus miembros, bajo el mando de su guardia indígena, podrían liderar una gran protesta sin ocasionar caos o muertos, una protesta organizada sin afectar en mayor medida la movilidad de la ciudad. Demostraron ser responsables.
Tercero: la guardia indígena se encargó de garantizar la protección de los bienes públicos y el orden. Durante su estadía en Bogotá y el recorrido previo no se conoció ningún daño a bienes públicos ni tampoco a edificaciones, comercios, entre otros.
Cuarto: la minga estableció mecanismos para impedir la entrada de infiltrados. Sus indígenas decidieron aislar a quienes tuvieran intenciones de ocasionar disturbios. Solo permitieron a personal autorizado de la Alcaldía de Bogotá para que los acompañara durante el recorrido, y decidieron quedarse atrás durante el paro nacional para no verse inmersos en actos de vandalismo.
Quinto: al irse dejaron todo limpio, se encargaron de recoger la basura y los elementos que cargaban con ellos. Cada lugar en el que se hospedaron lo entregaron impecable.
Sexto: la más grande e importante lección que nos dejó la minga es que estamos bajo un Gobierno que no le interesa el diálogo, aun cuando la búsqueda de este encuentro tuvo como antesala una ejemplar manifestación pacífica y responsable. Esta actitud arrogante de un Gobierno que en campaña los saludaba y ahora los desprecia nos demuestra que poco o nada le importan los asesinatos de líderes sociales, la seguridad en el Cauca y cumplir con los acuerdos de paz.

Los miserables en Colombia