Columnas

Los miserables en Colombia

Una de las frases de Marcel Prévost reza de la siguiente manera: “El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el...

Foto del avatar Escrito por Saray Tapia · 2 min read >

Una de las frases de Marcel Prévost reza de la siguiente manera: “El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma.” Sin duda alguna este hombre debió toparse con buenos libros, como gracias a Dios ha sido mi caso. A lo largo de mi corta vida he tenido la oportunidad de leer un número algo significativo de obras, pero sin duda alguna la que más ha cambiado mi forma de ver el mundo no sólo de una perspectiva moral sino también una social, es la majestuosa obra titulada ‘Los miserables’ del reconocido Víctor Hugo. En mi mente he analizado cien veces el libro, pero escribir esto es algo que sólo se me ocurrió cuando me invitaron a compartir ideas en este blog, y pues que mejor manera de realizar su análisis, que atreviéndome a contrastarlo con mi querida y lastimosamente desangrada Colombia.

Los miserables es una novela histórica que se desarrolla en la ciudad de París, en plena revolución francesa. Su personaje principal es Jean Valjean, y es en quien he decido centrarme en la primera parte de este análisis. Valjean es un hombre pobre, sin educación, atropellado por las injusticias de la vida y la sociedad. Luego de cumplir con una sentencia de 19 años en prisión por robar pan para alimentar a su familia, sale a enfrentar un mundo que no conoce de segundas oportunidades, porque con su pasaporte amarillo característico de los expresidiarios, sólo obtiene el desprecio donde quiera que va. Su vida sólo encontrará sentido, cuando un obispo decide hacerle un regalo impensado y su propósito lo hallará cuando debe hacerse cargo de una niña, cuya madre apenas conoce.

Para mi Jean Valjean en esta historia representa todo lo que la gente no debería padecer. Él encarna a los oprimidos, a los pobres, a aquellos cuyas políticas estatales no alcanzan a cobijar o que más bien ni siquiera tienen en cuenta. Valjean hace parte de esa gran población de desamparados que recurren a cometer delitos porque no encuentran otra solución. Cuando el hambre llama a la puerta, no creo que haya tiempo de pensar en las palabras escritas en un Código para que frenen tu accionar. Con respecto a su sentencia, 5 años por el robo del pan y finalmente aumentada a 19 por las veces que intentó escapar, a mi mente sólo puede venir la palabra injusticia; entonces me pregunto, ¿En qué país del mundo las leyes tienden a ser populistas y oprimen más al oprimido en lugar de ajustarse a las verdaderas necesidades sociales del pueblo? Es en este momento, justo después de preguntas como estas, es cuando recuerdo que vivo en un país en el no hay uno, sino cientos de Jean Valjean, que tienen la necesidad de cometer actos ilícitos porque se encuentran con una realidad que es igual o tal vez un poco peor a la Francia de esa época, porque no tenemos todavía una generación o clase social que se levante y no sólo grite las injusticias, sino que tome medidas.

La historia de Jean Valjean fue escrita con miseria e injusticia, la de Colombia se ha escrito con sangre y se ha puntuado con balas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *