Sí me preguntan que en qué soy buena sin duda alguna diría que tengo un Doctorado en duelos y no porque tengo un diploma que lo certifique, sino que lo he experimentado en mi vida, no solo es el duelo de seres queridos que fallecen sino aquellas partes de ti que mueren, aquellos sueños o planes que no se dan, pero también aquellas renuncias a lo que claramente hace daño y lastima la salud mental.
Ahora bien, es posible comparar el dolor del duelo con un dolor físico, mi abuelita decía “palabras no quiebran huesos” pero hay de aquellos procesos que causan dolor por la forma en la que los percibimos, causan la misma sensación como sí se tratara de una laceración al corazón, esto se da porque el circuito singulado anterior, la zona del cerebro que se activa cuando se trata de dolor físico es la misma que se activa cuando se sufre por un corazón roto.
Qué difícil es validar las emociones en una sociedad que no permite que te duelan los procesos, que te piden que no llores, que te cobijan de culpas y señalamientos como bien le ocurrió a Job en las sagradas escrituras, esa necesidad de darle significado a un dolor que no es de ellos y que no tienen que ponerle fin porque simplemente no lo están viviendo a pesar de que hayan experimentado eventos similares, lo que para ti es una “tontería” para otro hace parte fundamental de su vida emocional, tachan de débil al que pasa un duelo, son personas que solo demuestran que no se permiten así mismos ser vulnerables y que erróneamente creen que aquel que llora es menos fuerte que aquel que “soporta”, y lo cierto es que quienes ” soportan” terminan siendo los que más sufren porque su dolor se refleja a través de enfermedades físicas o mentales.
No es un proceso lineal, no podría decirte que tardarás solo 3 meses, lo que sí puedo decirte es que durará tanto como intentes tener el control de la circunstancia que te entristece, entre más te encargas de sostener lo insostenible y no aceptar la realidad, entendiendo que esa es la esencia de la vida, una constante muerte, una constante despedida a aquellas versiones de nosotros que nos impiden crecer, a personas que no valoran tu ser, a ambientes que perturban, a sueños que se transforman, a ti mismo cuando no dejas que Dios haga de ti, no un guerrero sino un alma inquebrantable que será inspiración a muchas generaciones, el que quiere salvar su vida la perderá dicen la escrituras.
Aquí les dejo algunas sugerencias para sobrellevar el dolor de un duelo:
- La gratitud, en mis peores momentos he dado gracias a Dios con lágrimas en los ojos y el corazón roto, pero a medida que agradezco mi visión amplia para ver aquello que si tengo, aquello bonito que esa circunstancia me dejó y cambio mi diálogo interno al darme cuenta que eso tuvo un impacto positivo en mi vida, lo que duele y no te quiebra solo te hace ver la gran fortaleza que hay en ti.
- para ver aquello que, si tengo, aquello bonito que esa circunstancia me dejó y eso tiene que ver más que conmigo que con el hecho en sí mismo, del dialogo que estoy teniendo conmigo.
- Recoger mis pedazos sin juzgarme, permitirme llorar, permitirme descansar, callar, dialogar de acuerdo a lo que requiera, se trata de mi sanidad y no me presiono, me doy mi tiempo y valido mi emoción.
- Escribir afirmaciones, frases y un diario de lo que siento en el momento, lo que se denomina como escritura terapéutica.
- Compartir con personas que me aman de forma incondicional, ¿por qué? Porque me permitirán ser yo misma sin el miedo de que me juzguen, entienden mis limites y respetan mis emociones, por lo que me alejo de quienes me señalan y quieren apresurar mi proceso.
- Servir a los demás, bendecir a los demás con mi vida, mi sonrisa, mis habilidades y conocimientos, llevar luz a alguien, mientras sirvo a los demás puedo reafirmar mi propósito y sentido de vida.
- Conectar con mi niña interior, esto lo hago descubriendo belleza en lo simple, en los detalles, lo hago hablándome al espejo aquellas verdades que mi niña necesita escuchar, dándole apoyo y seguridad.
- Practicar el desapego y hablar con nuestros seres queridos acerca de qué pasaría si partimos de esta tierra, sí la relación se acaba, sí el negocio no prospera, ¡Cindy, ¡qué pesimista!, apreciado lector, muchas veces fallamos en este aspecto y es por ello que nos cuesta afrontar los duelos, porque no damos por hecho que todo tiene un fin, que somos efímeros en este plano terrenal y es por ello que es importante vivir un día a la vez, con todo nuestro ser.
- No te enfoques en el número de personas que han fallecido sino en que tu no mates tus sueños y la confianza en que de ti nacerá una nueva versión de ti, no importa quienes te hayan abandonado, lo importante es que tú no te abandones y seas tú mejor compañía.
- Por lo anterior, es sabio que no te definas por la estima que las personas tienen en ti, no importa quienes sean, porque el día que esas personas se marchen, falsamente( sinónimo) pensarás que con ellos se ha marchado tu estima y valor, en cambio sí pones tu confianza y seguridad en lo que no puedes perder podrás tener paz y vivir sin temor, de manera muy prudente puedo asegurarte que lo único que no podrás perder es a Dios, Dios nunca se marchará de tu vida, nunca te abandonará he llegado a esta conclusión con colegas, acerca de la necesidad de tener fe en que y esperanza en que todo pasa.
Por tanto, mientras atraviesas cada una de las etapas del duelo, cuida tu salud física y tu autoestima, no te pierdas queriendo ganar terreno para salvarte del dolor, nos enseñaron que hay que huir de aquello que produce esta sensación pero al hacerlo en realidad le ponemos otros nombres y tarde o temprano tendremos que afrontar incluso un dolor más grande, al salir con la frente en alto descubrirás que has formado en ti a alguien resiliente y que de seguro será inspiración para los demás, camina con la vida y aprovecha cada día para que nunca te quedes con amor en los bolsillos sino que lo des a manos llenas porque es lo único que te mantendrá creyendo que vale la pena vivir.