Marzo se ha convertido en un mes de homenajes a mujeres y hombres, comercialmente ha sido utilizado para el consumidor, puesto que se logran grandes ventas de detalles en su mayoría a las mujeres, pero que tal sí en lugar de desearnos un “feliz día” nos procuramos cuidado, cuidado el uno al otro, tanto hombres como mujeres merecen ser valorados, no solo un día sino cada día. Todo empieza en casa así que es preciso iniciar el homenaje reconciliándose con esos padres y madres, que además de su rol son hombres y mujeres con virtudes y defectos que merecen nuestra gratitud por darnos la vida, sin importar su imperfección, fueron usados como un canal para dar vida y eso es lo que se honra en ellos, de tal modo que al hacer las paces con estos seres podamos celebrar genuinamente a todos los demás, y más que una felicitación brindar un continuo respeto, sin encasillar a nadie en una etiqueta de “ todas las mujeres son iguales” o “ todos los hombres son iguales” porque desde luego que no es así.
Estuve caminando por mi natal Sincelejo durante 15 días seguidos y el miedo que experimenté no fue asociado a que me robaran, mi mayor miedo y a lo que le huía era a las miradas morbosas, a los comentarios obscenos que lejos estaban de honrarme por ser mujer, me sentía asustada y no, no llevaba una ropa provocativa porque aunque hubiese sido así no es posible que se conciba que las mujeres salimos a caminar para recibir ese trato, también me pongo en los zapatos de los hombres cuando las mujeres también han proferido palabras con morbo cuando ven a un hombre educado y tímido, solo por sentir que pueden sacar un provecho de su condición o que tal aquellas que le hacen “gastar” al admirador sabiendo que no llegaran a concretar una relación.
Se necesita tener la responsabilidad afectiva para despertar el amor, para poner límites cuando no se tienen planes a futuro o cuando no se tiene claro que se quiere, ser capaces de dar por finalizado una relación ya sea de amistad o de pareja antes de faltarle al respeto a un hombre o mujer, cuando hacemos ley de vida “no hagas con otro lo que no quieres que te hagan a ti”, todo fluye, todo es más fácil cuando aprendemos a honrar al otro, sea hombre o mujer, viéndolos como personas que tienen sueños, heridas, procesos y no como objetos para sacar provecho, para lo anterior se requiere crear una cultura de honra, de amor, mejor traducida como cuidado, ¿por qué? Porque a lo que cuidas en verdad amas, por ello en los últimos años se ha estado promoviendo tanto el amor propio y seguido de ello el “cuidado de tu salud mental”, “cuidado de la alimentación y salud física”, porque cabe resaltar que no podremos cuidar de nadie de forma sana salvo que cuidemos de nosotros mismos, toda vez que al pretender valorar a otro despreciando nuestro ser es síntoma de que algo no anda bien en nuestra psiquis y muy seguramente en nuestra salud, el cuidado es la mejor expresión del amor, cuando cuidas a los demás, indistintamente de su género, le estás haciendo el mejor homenaje “cuando te cuido, te valoro”.