Quisiera no olvidar tan rápido, que mi corazón cuál cámara grabase los rostros sonrientes, las risas interminables y las palabras que un día me dedicaron con tanto amor y que ahora el tiempo ha convertido en un montón de garabatos y balbuceos difíciles de leer y entender.
<<No hay olvido para un alma hecha de recuerdos>>; me pregunto qué sentimientos me inundaban mientras escribía tales palabras, pero no lo logro recordarlo.
El olvido me persigue y yo corro abrazado a lo poco que logro atesorar; su regodeo mezquino me alcanza, devolviéndome de a poco lo que quiero recordar, para luego volvérmelo a quitar.
Mis pies pesan tanto que cada paso es más difícil que el anterior; la nostalgia es mi mochila y el vacío de algo importante que aún no sé qué es, una prenda de vestir muy pesada como para seguir huyendo…
Me dejaré atrapar, soltaré lo poco que atesoré. Ya me cansé de huir y el olvido se cansó de jugar, pero no me rendiré sin antes…
¿…? No logro recordarlo.
Daniel EGM
@Hdvgonz
La “Voluntad de Dios”, una comprensión del Supremo Bien.