Hace algunos años cuando trabajaba en un colegio de educación primaria, una compañera tenía un buso bastante viejo, con un par de agujeros que si bien, no le quitaban funcionalidad y eran muy pequeños los orificios, el color desgastado de la prenda hacia ver que llevaba muchos años con ella, pero al ser de varios colores, opacaba la edad de esta prenda de vestir, no se veía tan desgastado el suéter en cuestión, ella estaba feliz y a la vista de todos los que trabajábamos allí se notaba que no se iba a desligar jamás de su buso favorito; Un día en medio de una actividad de campo con estudiantes, la directora del colegio con la complicidad de varias compañeras y la mejor amiga de la dueña del buso, la agarraron y delante de ella desgarraron su preciada prenda, entre llantos la dueña empezó a querer soltarse , luchar por rescatar eso que para ella era preciado pero no pudo, entre lágrimas tomó lo que quedaba, eso que valoraba tanto, con tan solo la promesa de “ te vamos a comprar uno nuevo” con argumentos como ” ya estaba roto, debías cambiarlo”, “una profesora como tú como iba a tener algo roto”, etc.
No sé si de verdad le cumplieron la promesa, algún tiempo después dejé de trabajar allí y hasta esa fecha la promesa no fue cumplida, pero pese a que si fue una situación bastante indeseable para la dueña de la prenda, lo cierto es que sí se miraba en retrospectiva, ese buso la hacía ver como alguien insegura, conformista y quizá con un aire como alguien que necesitaba la compasión de los demás, sí bien solo era un simple pedazo de tela, hacía que ella proyectara algo que quizá no era, pero fue más desconcertante el cambio al momento de que dejó De usarlo, la percepción que proyectaba era completamente diferente, ya se veía más segura, empezó a cambiar de ropa, su porte y apariencia mejoraron exponencialmente, a decir verdad a partir de ese suceso se proyectaba a un nivel más profesional y estético, es decir puede decirse que ese suceso influyó de manera positiva no solo en su imagen sino en cómo la percibían los demás incluyéndome.
Eso me lleva a pensar que a veces nos aferramos a cosas, personas, empleos, etc., por mera nostalgia, emoción o hábito, porque nos sentimos cómodos, porque es lo único que tenemos seguro, como escuché decir a alguien alguna vez, porque es lo único que conocemos, porque sentimos que le debemos algo a alguien, porque llevamos 7 años de relación, porque llevamos 20 años en la misma empresa, porque me caen bien mis compañeros, en fin, nos aferramos a esa prenda con agujeros porque para nosotros es la zona de confort, es el ideal, donde nos sentimos cómodos y nos sentimos “bien”, al punto que olvidamos otros sueños y metas nos conformamos con lo que tenemos y dejamos de explorar opciones, nos sentamos en la estación de autobús y dejamos pasar cada uno que llega porque la silla está cómoda y no deseamos que nadie nos la quite, lo peor del caso es que no vamos a salir de allí a menos que alguien externo nos lleve a hacerlo o nosotros mismos nos demos cuenta que debemos salir de allí, o como el caso inicial alguien más nos fuerce a hacerlo, y aunque duela soltar dejar que se vaya, salir de nuestra zona de confort no es malo.
Cuando ya te levantas de esa silla y te das cuenta que si subes al autobús puedes llegar a tu destino, sí sueltas esa prenda te das cuenta que puede usar otra cosa para verte mucho mejor, sí sueltas a esa persona, te das cuenta que hay un montón de oportunidades afuera que puede ser incluso mucho mejor que esa que no querías soltar, ese empleo tóxico que incluso te enferma, sino te hace feliz y tienes otras opciones, amigo(a) es hora de irse, quizá ciertas personas son necesarias en nuestra vida , pero nadie es indispensable, esa persona que crees que jamás encontrarás a alguien igual, en realidad es ese buso que no te deja avanzar y si lo dejas ir tendrás un closet completo para elegir, ahora la idea no es que deseches todo lo que está en tu vida, sólo aquello que no sirva, quizá ella ocultaba y reparaba las imperfecciones del buso, puede que el problema fuera mayor a dos agujeros, pero intentaba justificar el no desechar esa aprenda, quizá como amuleto o como recordatorio de algo, pero al quitarlo de su vida, aportó un plus a su apariencia y forma en que era percibida, por lo tanto mi estimado lector, lo importante es empezar a soltar aquello que te limita, que te mantiene en una zona de confort, personas cosas o situaciones que no te dejan avanzar, suéltalas, y verás cómo esto te lleva a evolucionar a ser una mejor versión de ti, no te quedes en la terminal de buses, sigue continua, no trunques tu meta y sobre todo no dejes que un “buso viejo”, un mal habito, una pareja, una persona o amigo evite que avances, recuerda tu meta es siempre evolucionar y reinventarte , estas hecho para mucho y estoy más que seguro que con algo de esfuerzo alcanzarás esa meta que sueñas, solo deja ese equipaje que te estorba, y avanza.
NADIE PUEDE LIMITARTE, SOLO TU PUEDES HACERLO, NO TE DEJES PARA DESPUÉS.