Entre esperanzas rotas y otras ilusiones qué construir, recuerdo la siguiente frase: “si después de esta pandemia no somos mejores personas, entonces no habremos aprendido nada”
Esta fue una de esas frase que más me emociono el año pasado, y saben que fue lo peor, que me la creí; supuse que en verdad la pandemia podía generar ese cambio para avanzar de una forma más positiva como país.
Podría decir que hasta hace unas semanas tuve la esperanza de que en realidad hoy somos mejores personas; sin embargo me decepciono y me dolió saber que 70.000 millones de pesos que estaban destinados para infraestructuras en materia de tecnología para llevar el internet a los colegios y zonas donde viven los niños y niñas más pobres del País. Se le extraviaron a la Ministra de las Tic, quien actuó en “buena fe” y les dio ese anticipo de miles de millones a los encargados de ejecutar el tan anhelado proyecto, el cual parece que quedara en proyecto.
Pero más que venir hablar, criticar y exponer mi rechazo con la ministra Karen Abudine, frente a un tema que ha sido tendencia en las redes, en los mejores y peores noticieros del país. Hoy como Sincelejano que ama su ciudad, quiero acercarles una dura realidad que nos encontramos en esta perla de la sabana; la cual he visto crecer pero también empobrecerse o detenerse en el tiempo frente al avance de otras.
No sé qué tan esperanzador o desalentador es, el mensaje y la sensación que se le da al país. Y en especial a una ciudad como la nuestra; cuando ocurren hechos de corrupción tan evidentes como el del ministerio de las Tic. La descarada ministra no se digan a renunciar y cuyo presidente de la republica sale a defender.
Cuando lanzo la expresión “Cuan esperanzador o desalentador es el mensaje que se le da al país frente a hechos de corrupción tan evidentes”. Me pregunto:
¿Será que el que la hace la paga?, ¿Será que solo paga el pobre? ¿Será que después de la crisis desatada por esta pandemia que cientos de familias invadan un terreno porque no tienen como seguir pagando arriendo es delito?
Sin el objetivo de hacer apología a infringir las leyes, tuve la oportunidad de hablar con un joven llamado Brayan Alexander Díaz Paternina, edad 20 años, estudiante de auxiliar de enfermería, trabaja desde los doce años, le gusta y le toco desarrollar cierta independencia económica, para el cubrir sus necesidades. Es uno de los cientos de invasores que se han asentado en el terreno que conduce a la salida a Chochó, entre los barrios nueva esperanza y el poblado.
Brayan es un joven soñador, habla con la inocencia y también madurez de alguien que le ha tocado guerrearla desde niño, pero que sea bachiller, y que esté estudiando una carrera técnica es bastante. Que haga parte de los que decidieron ya hace prácticamente un mes tomar el terreno, desmontarlo, matar culebras, armar el cambuche, vivir en él, aguantar sol, agua y hambre con el miedo que en cualquier día llegue el Esmad y los desaloje a todos y el sueño de tener vivienda propia llegue hasta allí.
Por ahora ya con un mes en el aguante se visiona y ve con buenos ojos que aún no los hayan desalojado, habla de la unidad que hay de las más de 1000 familias en organizarse cada vez más para que sean atendidos y tomados en serio.
De Brayan te puedo decir que lo que hasta ahora te he contado no es nada, solo una mera introducción esta fascinante historia, la puedes oír en esta completa entrevista.
Con solo dar clic sobre el botón de play puede escuchar la entrevista completa a uno de esos tantos de cientos que decidieron ubicarse en los terrenos que colindan con la vía a chocho, escucharas como han sido estos 30 dias de asentamiento en ese lugar.
Camelia